Ayer jueves varios colaboradores de Madridaldia.net tuvimos a bien dirigirnos a cenar al restaurante Eccola sito en la madrileña calle de Diego de León a la altura de su número 3.
Acudimos con bastante ilusión pues se trata de uno de los restaurantes más de moda de Madrid en la actualidad. En primer lugar debemos decir que el «concepto» del restaurante se acerca a lo que podemos llamar «restaurante-disco». El restaurante se encuentra en un sótano con escasa luz y mientras se degustan las viandas se escucha música electrónica.
Después de que una señorita de buen ver y otra de difícil ver nos llevaran a la mesa que habíamos reservado, una mesa cercana a la bodega del restaurante muy alta en la que tienes que sentarte en unos taburetes de bar de los que te cuelgan las piernas, descubrimos el principal problema del restaurante: no tienen maitre.
Resuelto la incidencia de las sillas llego el «problema» de la carta. Y decimos «problema» debido a que la persona que nos atendió, que seguramente será un buen camarero, lo que no es un maitre, es decir, una persona que dirige responsable de planificar, organizar, desarrollar, controlar y gestionar las actividades que se realizan en la prestación del servicio de restaurante. El camarero citado desconoce la composición de los platos que se ofrecen en la carta por lo que al preguntarle sobre lo que consistía alguno de los platos surgía un embarazoso silencio. Silencio que pudiera haber sido resuelto si el citado camarero hubiera llamado a algún responsable que pudiera solucionar nuestras dudas. Así que nos quedamos sin probar un plato que denominan en la carta «Tomahawk al carbón» pues el atento camarero desconocía su composición.
Si es cierto que dos de los platos que catamos el «Tataki de atún de almadraba» y el «rape a la brasa con langostino» resultaron excelentes. En cambio las carnes las podríamos haber comido en cualquier otro restaurante.
Después de que el camarero que nos correspondía confundiera el vino que estaban tomando los comensales, lo más «extraño» sucedió al finalizar la cena. Como no teníamos previsto irnos sin pagar solicitamos la cuenta. Pero evidentemente no queríamos pagar sesenta euros más de lo que nos correspondía. Así que solicitamos que apareciera un encargado para resolver tan embarazoso momento. Y efectivamente apareció la citada responsable, la cual, después de quince minutos de espera logró traernos la cuenta que verdaderamente correspondía.
En fin, ya lo saben, pidan cosas normalitas en Eccola. Nadie va a saber decirles en que consisten los platos que forman su carta. Y sobre todo, OJO CON LA CUENTA.